Mientras que decenas de miles de personas buscan desesperadamente huir de Afganistán por el temor a represalias y a la imposición de un estricto régimen talibán, el resto del mundo se prepara para una posible crisis migratoria.
Varias potencias occidentales se han comprometido a recibir un cierto número de refugiados, particularmente aquellos civiles que ayudaron a las fuerzas de EE.UU. y la coalición de la OTAN durante 20 años de operativos militares. Pero algunos líderes globales ya han señalado la necesidad de aplicar medidas para contener una migración "irregular".
Varios países vecinos de Afganistán -que durante muchos años han recibido migrantes afganos- han empezado a cerrar fronteras y crear vallas para impedir el movimiento.
En América Latina, México, Chile y Costa Rica han anunciado planes para darle acogida a una cantidad determinada de afganos, dándoles prioridad a las mujeres y otras personas en riesgo.
Por otra parte, la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) declaró que a muchos afganos que intentan abandonar el país no se les está permitiendo la salida.
Se informa que las milicias del Talibán han colocado puestos de control alrededor del aeropuerto internacional de la capital, Kabul, y están bloqueando el paso a los que no tienen documentos válidos para viajar.
Ante la creciente emergencia, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, exhortó a todos los países a recibir refugiados y abstenerse de deportar a los afganos que ya estaban allí antes de esta última crisis.
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