FUENTE: DW.com
El agua es vital para el ser humano, pero es necesario tener en cuenta, ante todo, las necesidades del medioambiente y a las culturas ancestrales, dijo Miguel de França Doria, experto en Hidrología de la UNESCO, a DW.
En el mundo, 2.200 millones de personas viven sin acceso al agua potable. La situación en América Latina y el Caribe, que alberga casi un tercio de los recursos hídricos mundiales, es crítica: 166 millones de personas todavía no cuentan con acceso seguro al agua potable. Y menos del 50 por ciento de las aguas residuales son tratadas de forma adecuada. En un momento en el que en ciertos países de la región se viven olas de calor extremas y sequías de una magnitud cada vez mayor, así como inundaciones devastadoras, muchos se preguntan qué pasará con el abastecimiento de agua en los próximos años. DW habló sobre el tema con el Dr. Miguel de França Doria, hidrólogo regional para América Latina y el Caribe del Programa Hidrológico Internacional de la UNESCO, con sede en Montevideo, quien participa de la Conferencia de la ONU sobre el Agua en Nueva York, que comienza este 22 de marzo.
DW: La crisis del agua afecta a toda América Latina y el Caribe. Y los problemas que causa son graves. ¿Cómo es la situación hídrica en la región, en vista de que los fenómenos climáticos como la sequía y las inundaciones son cada vez más extremos?
Miguel de França Doria: La situación es bastante complicada en algunas zonas. La realidad es que la región cuenta con muchos recursos hídricos, por un lado, y por otro lado, también, como otras zonas del planeta, ha pasado por cambios significativos en las últimas décadas. Los cambios demográficos, la mayor concentración de población en las zonas urbanas, también han contribuido a modificar la situación hídrica.
También influye la distribución tan heterogénea de la precipitación: mientras que hay áreas con precipitaciones muy bajas en la región, por ejemplo, en partes de Perú, donde llegan a menos 60% de la precipitación promedio, o en sectores de los Andes, con menos 50%, en otras, como en Costa Rica, México, o Panamá, las precipitaciones superan ampliamente el promedio. Eso está relacionado con la variabilidad natural del clima, pero también tiene que ver con el cambio climático. Hay informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) que dejan eso en claro. También eventos extremos, como los huracanes, que han golpeado a muchos países del Caribe, afectaron su infraestructura de agua y a la disponibilidad de agua subterránea y superficial. Fue un impacto muy notorio, tanto en las islas como en las regiones costeras de algunos países de la región, por ejemplo, en Perú, como se ve actualmente.
Por otro lado también se está produciendo un deshielo bastante acentuado de los glaciares, que tiene una importancia significativa en la zona andina, pero también aguas abajo. Muchos de esos glaciares perdieron en los últimos 40 años del 30 al 50 por ciento de su masa, y eso afecta la capacidad de algunas zonas para resistir las sequías.
La falta de agua potable y saneamiento afecta a cientos de millones de personas en América Latina, a pesar de que la región posee un 30% de los recursos hídricos mundiales. ¿Cómo se explica esto? ¿Se debe a malas políticas gubernamentales, a la falta de inversiones, o a otros factores, como al uso del agua por parte de empresas mineras, por ejemplo?
La región cuenta con unos 662 millones de personas, de forma que la cantidad afectada depende un poco del indicador que se use. Hay muchas más personas afectadas por falta de acceso al saneamiento seguro, que por la falta del acceso al agua potable, y este problema es peor en las zonas rurales y periurbanas. De todos modos, estamos hablando de cerca de 160 millones de personas sin acceso a una fuente de agua segura. Eso indica que el objetivo que tenemos de que nadie se quede atrás, y que el acceso al agua y al saneamiento sea para todos, no se ha cumplido aún, y se sigue trabajando en él.
Estos desafíos se deben a un conjunto de factores. Los cambios que atravesamos hacen que el agua se vuelva un bien más escaso. Pero, por otro lado, es un tema cultural, en el sentido más amplio del término. Nuestra cultura se desarrolló en una situación de más abundancia de agua per cápita, tanto cerca de los espacios urbanos como en las zonas rurales que habitábamos, y eso ha cambiado más rápidamente que nuestra capacidad de adaptación y de mitigación. De ahí que el principal factor sea la creación de una cultura del agua adecuada, no solo para enfrentar los problemas que ya vivimos, sino para tener una perspectiva de futuro a mediano y largo plazo. Eso debe hacerse por medio de políticas gubernamentales, con la interacción de la sociedad con los recursos hídricos a nivel público y privado, con el conocimiento de expertos y de la investigación científica y técnica, con la inversión en infraestructura y con marcos normativos y regulatorios.
El sector que habitualmente usa más agua es el sector agrícola-ganadero, y también las empresas mineras. Se han hecho grandes esfuerzos en el sector agrícola para mejorar la eficiencia y, a pesar de haber situaciones preocupantes, también hay buenas prácticas que dan esperanza, si bien no siempre son difundidas como sería deseable. También la cooperación entre los países es de gran importancia, ya sea con el intercambio de datos y experiencias, como con la forma de gestionar recursos fronterizos. Asimismo, dentro de los países, es clave el intercambio entre los sectores productivos, sin olvidarse de los ecosistemas.
América Latina y el Caribe es una región con una gran diversidad hídrica, que se refleja en la riqueza de su biodiversidad, muy amenazada en varios ecosistemas acuáticos. El gran tesoro cultural de esta región tiene una relación estrecha con la diversidad hídrica. Aquí hay que destacar sobre todo la riqueza del conocimiento ancestral, de las tecnologías ancestrales del manejo del agua, que a menudo no son bien conocidas por una gran parte de la población. Muchas soluciones ya existen, y es necesario conocerlas mejor y propagarlas.
El acceso al agua es un derecho humano, según la ONU. ¿Qué están haciendo los organismos internacionales y los gobiernos para mejorar el acceso al agua potable y al saneamiento para la población de la región?
Hace más de una década que el derecho al acceso al agua es un derecho humano reconocido por la Asamblea General de Naciones Unidas. Países como Uruguay incluso lo tiene anclado en su Constitución, y ese país es pionero también en el trabajo de promover el acceso al agua y al saneamiento como un derecho humano. Para cumplir con este derecho, se hacen esfuerzos de monitoreo de la situación, de identificación de obstáculos, pero también de las oportunidades que hay para avanzar en ese tema.
El agua subterránea de los acuíferos juega un gran papel en la economía de los países latinoamericanos. ¿Qué medidas se pueden tomar para proteger estos y otros recursos hídricos amenazados?
América Latina y el Caribe tiene una relativa abundancia de aguas superficiales, e incluso la cuenca más grande del planeta, la del Amazonas, y la quinta mayor cuenca del mundo, la del Plata. Tal vez sea por eso que las aguas subterráneas han quedado un poco olvidadas, y que, en comparación con otras regiones, el conocimiento al respecto no se ha desarrollado tanto. Es un recurso invisible que es preciso tornar visible. Solo en las últimas dos décadas se ha hecho un esfuerzo mayor y más preciso para conocer más, para estudiar esos recursos, y, en base a eso, saber cómo protegerlos, porque no se puede proteger lo que no se conoce. Hay estudios cada vez más detallados sobre las zonas donde los acuíferos son más vulnerables a la contaminación, y sobre el balance hídrico, es decir, si está entrando más o menos agua de la que se retira de un acuífero. Por ejemplo, sobre el acuífero Guaraní, uno de los más emblemáticos del planeta, que está en territorio de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, hay un esfuerzo común de los países, ya sea a través de medidas multilaterales entre estos países, como también a través de proyectos con organizaciones internacionales. como la UNESCO, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), justamente para alcanzar un conocimiento conjunto del acuífero, y para identificar aspectos muy concretos a fin de mejorar su sustentabilidad.
Entre otros recursos hídricos más amenazados están los glaciares. Más del 90 por ciento de los glaciares tropicales se encuentran en la región, pero ellos son uno de los recursos hídricos más amenazados. Hay varios glaciares que ya desaparecieron en los últimos 30 o 40 años, otros tienen pérdidas de masa muy significativas, del 30, 50 hasta el 80 por ciento. Esto se debe al cambio climático, y sin duda los países de la región ya lo están estudiando, y le están prestando mucha atención a ese desarrollo. Hace pocos años, un grupo de expertos de varios países, coordinado por la UNESCO, publicó una declaración llamada "Declaración de Portillo Juncal" para alertar sobre este tema.
América Latina enfrenta el tercer año con el fenómeno de "La Niña”, que ha provocado sequías extremas, por ejemplo, en Argentina. Pero también las inundaciones afectan a países como Perú. ¿Cuál será la situación en los próximos meses, y qué desafíos presenta para la región?
A largo plazo, la tendencia es que se verá una mayor frecuencia y una mayor intensidad de las sequías e inundaciones. En ese sentido, el desafío es promover la mitigación, por un lado, y también la adaptación, en cuanto a cómo gestionar este tipo de fenómenos, y cómo aumentar el nivel de conocimientos sobre ellos. Pero todo esto también tiene que ver con una serie de medidas amplias, que van desde el desarrollo de nuevas infraestructuras, la recuperación de infraestructuras antiguas y ancestrales, y también de la adopción, por ejemplo, de ciertas especies de plantas para el cultivo, hasta la forestación o reforestación de algunas cuencas. Es difícil generalizar, porque cada zona es distinta y tiene sus propias características. Pero se trata de medidas de adaptación que ya están siendo tomadas en cuenta, ya que aún hay mucho por hacer en esta área.
El uso del agua para regadío agrícola y las sequías que disminuyen la cantidad de agua plantean un dilema. ¿Cómo se puede resolver? ¿Son los modelos de Israel y de países del Mediterráneo un ejemplo a seguir para América Latina y el Caribe?
Seguramente son modelos interesantes y tiene varios aspectos que podrían ser adaptados, transferidos, o instar también a la reflexión a las autoridades locales. Pero hay otros modelos que provienen de las culturas ancestrales latinoamericanas que habría igualmente que considerar, y que, sin duda, son muy interesantes y merecen toda nuestra atención.
¿Qué métodos o soluciones se pueden aplicar para darle prioridad al recurso del agua para el uso humano, y también para la actividad agrícola y/o agropecuaria? ¿Cuál es la clave para una mayor sostenibilidad del agua en América Latina?
Vivimos en un mundo cambiante, y también tenemos que cambiar nuestra forma de interactuar con él. Está claro que necesitamos desarrollar una nueva cultura del agua, basada en el fortalecimiento de la cooperación entre los países. Y dentro de los países, entre los distintos usuarios, con base en el diálogo y también en el conocimiento y en la investigación, fomentando el desarrollo de capacidades a todos los niveles. Estamos hablando de una serie de prácticas de gestión y gobernanza del agua, entre las cuales está la gestión integrada de los recursos hídricos. En esto es clave también el reconocimiento de la importancia de los ecosistemas, los factores ambientales y el potencial de las infraestructuras verdes.
Muchos gobiernos de la región quieren promover esas prácticas, y las promueven. En los últimos años, con las crisis económicas y el desafío de la pandemia se ha perdido un poco el ritmo. Por eso se debe destacar que la Conferencia sobre el Agua de la ONU, que se inicia en el Día Mundial del Agua, este 22 de marzo, se realiza para acelerar el cambio en esa dirección. Y se debe dar atención al agua porque es parte vital de la solución, tanto en las pandemias como en las crisis económicas, y para la estabilidad política. Hay una fuerte correlación entre la forma en que interactuamos con los recursos hídricos y nuestro desarrollo social, económico y político, y la sostenibilidad ambiental.
Miguel de França Doria nació en Lisboa, es ingeniero ambiental y doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia (Norwich, Reino Unido). Fue galardonado con el Premio EPAL 1997-98. Se unió a la Secretaría del Programa Hidrológico Internacional (PHI) de la UNESCO en París en 2006, donde, entre otras tareas, fue Oficial responsable de la Educación relativa al Agua y Secretario adjunto del Consejo Intergubernamental. Intergubernamental del PHI. Desde 2015, es Hidrólogo Regional del PHI para América Latina y el Caribe, con sede en la Oficina de UNESCO en Montevideo.
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