FUENTE: muyinteresante.es
Sin duda es evidente que la tecnología juega un gran papel en nuestra capacidad de explorar el universo. No fue hasta la década de los 60 del siglo pasado que fuimos capaces de construir vehículos que llevaran humanos a la baja órbita terrestre y, más tarde, hasta la superficie de nuestro satélite. La tecnología también puede marcar la diferencia a la hora de decidir si esa misma exploración espacial es económicamente viable. En los 60 y 70 éramos capaces de llegar a la Luna, pero permanecer allí era tan increíblemente caro y el rendimiento económico que se podía sacar de dicha actividad tan incierto que ningún gobierno vio factible seguir remando en esa dirección, ni siquiera para demostrar su superioridad frente a sus adversarios políticos.
En la actualidad somos capaces de visitar asteroides cercanos a la Tierra y de posarnos sobre ellos, pero la posibilidad de extraer materias primas de ellos con intenciones comerciales aún nos queda lejos. Los desarrollos en robótica e inteligencia artificial de las últimas décadas y años parecen acercarnos un poco más a nuestros sueños más optimistas y serán clave en nuestra colonización de la Luna y Marte, en el desarrollo de la minería espacial y en la construcción de megatelescopios en la órbita terrestre, entre muchas otras cosas. Eso sí, no pienses en robots humanoides con 4 extremidades y una cara con ojos, porque no será ese el aspecto que tengan. Actualmente sectores como el de gestión y reparto de mercancías en grandes almacenes están robotizados casi por completo, pero estos robots no andan, sino que son cajas con ruedas, sensores y escáneres.
El plan actual de la NASA en cuanto a colonización de la Luna, que es parte del programa Artemis, utilizará de la Starship de SpaceX al principio, y otros módulos transportados hasta allí expresamente después, para dar alojamiento de larga duración a los astronautas que visiten nuestro satélite. Propuestas más ambiciosas y a más largo plazo consisten en la construcción automatizada de diferentes módulos que sirvan para el habitaje, los experimentos y el almacenamiento necesarios. Esta construcción sería llevada a cabo por robots, similares tal vez a la maquinaria de construcción utilizada en la Tierra, que utilizarían el material disponible en la Luna para sus tareas. Este material es por supuesto el polvo, la arena y las rocas que pueden encontrarse repartidas por la superficie de nuestro satélite, que serían procesados para servir como cemento, ladrillos o lo que hiciera falta en cada situación. Construir la infraestructura necesaria para la colonización de la Luna (o de Marte o de cualquier otro cuerpo del sistema solar) in situ y con materiales recolectados del entorno abarataría enormemente los costes implicados, aunque por supuesto la tecnología necesaria para llevar a cabo algo así necesitaría de una inversión enorme.
La propia Estación Espacial Internacional y el resto de estaciones espaciales presentes (como la china Tiangong), pasadas o futuras pueden entenderse como un gran robot en órbita o al menos como un conjunto de robots que funcionan sincronizados. Aunque requieran de cierta atención humana, muchos de sus procesos están automatizados y sin ellos la estación sería inhabitable para los astronautas. Los sistemas de gestión y limpieza del aire y el agua utilizados, de control de la temperatura o los que se encargan de mantener a los paneles solares orientados en dirección al Sol durante cada una de las 15 órbitas diarias que completa la estación están automatizados.
Industrias futuras como la minería de asteroides requerirán de gran presencia de robots para resultar provechosas económicamente. Por un lado por lo peligroso de estas operaciones y por la mera escala de estas operaciones, será imprescindible relegar el propio trabajo de extracción a máquinas automatizadas. La extracción de los miles de toneladas necesarios, en asteroides de tamaños, composiciones y estructuras diferentes, que probablemente estén en rotación y que en general pueden presentar incontables peligros para un humano se beneficiarán de las ventajas de utilizar robots. Al fin y al cabo éstos no necesitan parar a comer o a descansar, pueden aprender nuevos procesos casi instantáneamente y no cobran un sueldo. También en los procesos de transporte o de procesamiento o refinado de los materiales extraídos será imprescindible esta automatización.
Desde antes incluso de que el telescopio espacial Hubble empezara a observar el universo en 1990 se estudia la posibilidad de ensamblar un telescopio directamente en el espacio. La principal limitación de los telescopios espaciales está en el tamaño de los compartimentos de carga de los cohetes que deben llevarlos hasta su órbita. El telescopio Hubble tiene por este motivo un espejo de tan solo 2,4 metros y el James Webb tuvo que ser plegado durante el lanzamiento (tres décadas más tarde) para poder llegar a los 6,5 metros de diámetro. Si pudiéramos trasladar la construcción del telescopio al espacio podríamos llegar a tamaños mucho mayores, como los 25 metros del propuesto telescopio LAST (Large Aperture Space Telescope). Dicha construcción necesitaría por supuesto de robots y procesos automatizados, como los propuestos en una artículo científico reciente de la Universidad de Lincoln, en Reino Unido.
Con todo esto resulta más que evidente que los robots será una parte imprescindible del futuro de la exploración espacial y nos acompañarán en los pasos que demos en los próximos años y décadas.
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