FUENTE: muyinteresante.es
Un eclipse solar es uno de los espectáculos astronómicos más impresionantes que podemos apreciar a simple vista desde la Tierra. Si alguna vez has visto uno, difícilmente lo olvidarás. Hay incluso quien se dedica a ir en busca de estos fenómenos, llegando a acumular hasta una veintena de estas experiencias. Lo que hace a los eclipses solares tan increíbles es la fantástica casualidad de que la Luna y el Sol tengan aproximadamente el mismo tamaño aparente vistos desde la superficie de nuestro planeta. Esto permite que de vez en cuando podamos ver eclipses anulares y además hace que los eclipses totales sean especialmente interesantes.
Esto es una casualidad cósmica que hemos tenido la suerte de vivir. Tal vez sepas que la Luna se aleja constantemente de la Tierra. Lo hace a un ritmo muy lento, a menos de cuatro centímetros al año, pero con el paso de los millones de años este lento ritmo se acumula. Hace 500 millones de años, cuando los animales empezaban a conquistar los hábitats terrestres, la Luna habría sido demasiado grande. En aquella época se producían eclipses totales, pero al dominar el satélite sobre la estrella no resultarían tan impresionantes. En el futuro ocurrirá al contrario. La Luna se habrá alejado tanto de la Tierra dentro de varios cientos de millones de años, que no será capaz de bloquear completamente al Sol en el cielo, perdiéndose entonces los eclipses solares totales, y haciéndose menos espectaculares los eclipses anulares.
Por supuesto los eclipses no son algo exclusivo de nuestro planeta, y se dan sobre la superficie de cualquier cuerpo que tenga un satélite orbitando a su alrededor o incluso sobre los propios satélites. Mientras la orientación relativa sea la adecuada, todos los satélites del sistema solar podrán experimentar un eclipse solar total por parte de sus planetas correspondientes. Sin embargo, no todos los planetas tendrán eclipses de todas de sus lunas.
Por supuesto Mercurio y Venus no tendrán eclipses de ningún tipo al no tener lunas. Marte tiene dos lunas muy pequeñas, Fobos y Deimos, pero que orbitan muy cerca de su superficie. Esto hace que Fobos, la más cercana y la más grande de sus lunas, pueda provocar eclipses solares parciales.
A pesar de no provocar una ocultación completa de la estrella, son suficientes como para ser perceptibles a simple vista y probablemente sean un espectáculo digno de presenciar.
Conforme nos alejamos del Sol, más fácil resulta presenciar un eclipse del mismo, pues ocupa un menor tamaño en el cielo y más objetos serán capaces de ocultarlo. Por ejemplo si vamos a Júpiter podremos presenciar eclipses de sus cuatro lunas más grandes, Io, Europa, Ganímedes y Calisto, las lunas que fueron descubiertas en 1610 por Galileo Galilei. Estos satélites son de tamaño similar o incluso superior al de nuestra luna pero orbitan a distancias más grandes, estando Calisto a casi 2 millones de kilómetros de Júpiter. Sin embargo, a esa distancia, el Sol tiene un tamaño angular unas cinco veces menor que desde la Tierra, lo cual hace que estos cuatro satélites sean capaces de taparlo sin problema.
Esto tendrá como consecuencia que puedan presenciarse varios eclipses de forma simultánea sobre la superficie del gigante gaseoso e incluso que, en muy raras ocasiones, la sombra de dos de sus satélites coincidan parcialmente, pudiéndose ver un doble eclipse desde ese punto concreto de su superficie.
Si seguimos alejándonos del Sol cada vez más satélites protagonizan eclipses solares. En Saturno son hasta siete las lunas capaces de ocultar completamente al Sol. Entre estas no solo se encuentran las lunas más grandes y conocidas, como Titán, Rhea o Encélado, sino también otras menos populares, como Mimas o Jano, que son más pequeñas con apenas unos cientos de kilómetros de tamaño, pero orbitan mucho más cerca del gigante anillado.
En el caso de Urano unas 15 de sus lunas serán capaces de tapar
completamente al Sol, que a esta distancia de unos 2800 millones de kilómetros ocupa unas 19 veces menos tamaño que visto desde la Tierra. El Sol resulta tan pequeño desde Urano que satélites de apenas 40 ó 50 kilómetros de diámetro son capaces de ocultar y otros como Ariel, con sus poco más de 1000 kilómetros de diámetro, ocupa unas 12 veces más en el cielo de Urano que la estrella.
Desde Neptuno son ocho los satélites con tamaño suficiente como para ocultar completamente al Sol. La mayoría de ellos lo hacen sin mayor problema, resultando por ejemplo Tritón unas 24 veces más grande que el Sol. Sin embargo el satélite Hipocampo de unos 35 kilómetros de diámetro es apenas capaz de ocultar a la estrella, por lo que será capaz, dependiendo de la excentricidad de su órbita, de ofrecer eclipses anulares.
Incluso desde Plutón podríamos observar eclipses solares y no solo por parte de su (relativamente) enorme compañera Caronte, que domina los cielos de Plutón de manera incuestionable. Sus lunas más pequeñas de apenas unas decenas de kilómetros de tamaño también serían capaces de ocultar el Sol, aunque tal vez no durante toda la órbita del planeta enano. Nix e Hydra, con diámetros de uno 40 kilómetros sí ocultarían el Sol incluso en las partes más lejanas de la órbita de Plutón, pero Styx y Kerberos lo tendrían más complicado, ocultándolo en las partes más próximas, pero quedándose cortas en las regiones alejadas.
En definitiva, los eclipses solares totales son algo muy común en nuestro sistema solar y decenas de satélites diferentes son capaces de provocarlos sobre la superficie de sus planetas. Sin embargo, los eclipses solares anulares resultan ser muchísimo más raros, siendo sólo posibles en Neptuno y en algunos puntos concretos de la órbita de Plutón, además de en nuestro planeta.
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