En un Ecuador marcado por la aguda crisis económica y el creciente problema del narcotráfico, Daniel Noboa se embarca en un mandato exprés de año y medio enfrentando desafíos inmediatos que podrían llevarlo a declarar el Estado de excepción.
El líder moderado asumió la Presidencia con una falta de cortesía tradicionalmente otorgada a los nuevos mandatarios, dado el escenario urgente que requiere medidas contundentes. La posibilidad de declarar el Estado de excepción se encuentra sobre la mesa como una medida para abordar problemas estructurales, especialmente la violencia vinculada al narcotráfico.
El grupo parlamentario oficialista de Acción Democrática Nacional (ADN) ya trabaja en dos proyectos de ley destinados a contrarrestar la grave crisis económica que ha sumido al país en apagones eléctricos, exacerbados por la sequía y el fenómeno meteorológico El Niño. El déficit fiscal heredado del Gobierno anterior, valuado en 10.000 millones de dólares, plantea amenazas significativas a sectores clave como la educación y la salud.
La elección del equipo económico también ha generado atención, ya que Sariha Moya, inicialmente designada para liderar las finanzas públicas, ha sido relegada en favor de un ministro con más experiencia después de las negociaciones en Washington para obtener un préstamo internacional. Moya, de 35 años, dirigirá la Secretaría Nacional de Planificación.
Expertos señalan que la declaración de Estado de excepción, si bien no ha demostrado ser una solución efectiva en el pasado, podría ser crucial para transmitir el compromiso del nuevo gobierno con la seguridad nacional.
A pesar de asumir la Presidencia con un respaldo del 67% de la población, Daniel Noboa enfrenta críticas por sus alianzas políticas, especialmente la elección del socialcristiano Henry Kronfle como presidente de la Asamblea Nacional. El acuerdo multipartidista incluyó la participación de diputados de la revolución ciudadana de Rafael Correa, generando controversias.
En su primera entrevista, Kronfle aclaró que no buscarán la amnistía para el expresidente Correa ni la destitución de la fiscal Diana Salazar, objetivos de la venganza política del exmandatario prófugo.
Daniel Noboa busca con estas alianzas políticas un respaldo parlamentario sólido para su breve mandato, consciente de las dificultades que enfrentó su predecesor en la Asamblea Nacional. En medio de los desafíos para formar su gabinete, también se evidencia una brecha ideológica con su compañera de fórmula, la futura vicepresidenta Verónica Abad, quien generó controversia por sus reuniones con líderes políticos en España y su participación en el Miss Universo en El Salvador.
El nuevo presidente enfatiza su posición como "socialdemócrata moderado" y busca consolidar un gobierno que garantice empleo, seguridad, salud y educación para todos los ecuatorianos. Con un mandato tan breve, la presión está sobre Noboa para implementar medidas eficaces y enfrentar los desafíos urgentes que afectan a Ecuador.
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