Un análisis reciente de una escultura de cera que forma parte del acervo del Victoria and Albert Museum, reveló la posibilidad de que Miguel Ángel Buonarroti haya dejado ahí su marca personal. La huela dactilar se aprecia corrida, como si hubiera sido resultado de un movimiento rápido y accidental.
Esta escultura fue diseñada como un estudio para otra pieza a mayor escala, que se pensaba poner en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Se le conoce como El esclavo. A pesar de los preparativos, la otra escultura nunca se terminó. Sin embargo, volvió a llamar la atención de los curadores del museo durante los encierros más severos a causa de la pandemia por COVID-19 mientras era trasladada: sobre la piel, hay una marca.
Nunca la habían visto. Los expertos atribuyen esta falta de visibilidad a las condiciones ambientales bajo las que la pieza había estado guardada. Un cambio ligero en la calidez o la humedad de las salas pudo haber derretido una parte mínima de la piel sobre las nalgas, donde se aprecia claramente el retazo de una huella dactilar. Como el diseño es originalmente de Miguel Ángel, lo más probable es que la marca sea suya también.
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