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Eclipse lunar (16 de mayo): todo lo que debes saber.



El próximo día 16 de mayo tendrá lugar uno de los fenómenos astronómicos más espectaculares: un eclipse lunar total . Te contamos aquí todo lo que necesitas saber sobre este fenómeno, que no se repetirá hasta el 8 de noviembre de este mismo año y que no será visible desde España y en latinoamérica sólo será visible desde México. De hecho, desde España y Sudamérica no volveremos a disfrutar de un eclipse como este hasta marzo de 2025, por lo que te interesa prestar atención. El eclipse empezará sobre las 1:30 horas UTC (+2 horas en la España peninsular, -3 horas en Buenos Aires y -5 horas en México DF) y terminará a las 6:50 UTC. Sin embargo la Luna se situará completamente tras la sombra terrestre entre las 3:30 UTC y las 4:53 UTC, de forma que en España será visible antes del amanecer (y en el tercio noreste del país no se llegará a ver acabar el eclipse, pues la Luna se ocultará tras el horizonte antes de que esto ocurra). En Centro y Sudamérica el eclipse podrá disfrutarse en su totalidad, sin verse interrumpido por su puesta o su salida.

Pero, ¿qué deberíamos ver exactamente? Durante la primera hora del eclipse deberíamos ver cómo la Luna se oscurece ligeramente, al entrar en la zona de penumbra de la Tierra, la zona en la que el planeta bloquea una parte del disco solar, pero no todo él. Al cabo de una hora, la Luna entrará en la umbra de la Tierra, estando cada vez más parte de su superficie completamente privada de la luz solar. Esta región completamente sombreada irá creciendo hasta ocupar la totalidad de nuestro satélite. En ese momento empezará la totalidad del eclipse, que durará casi 1 hora y 25 minutos. Durante este tiempo la luna apenas brillará, pero adquirirá un tono rojizo, debido a la dispersión de la luz solar por parte de la atmósfera terrestre.

Cuando esto finalice, observaremos como la sombra de la Tierra se retira de la luna por el lado contrario por el que llegó, tardando poco más de una hora en hacerlo. Al acabar, la Luna permanecerá ligeramente oscurecida unos 55 minutos más, durante los cuales irá recuperando su brillo habitual correspondiente a la fase de luna llena. Aunque los eclipses lunares son relativamente comunes, ocurriendo unas dos o tres veces al año, los eclipses lunares totales son más raros, ocurriendo menos de la mitad de las veces. Además, estos eclipses solo son visibles desde una parte concreta del globo terráqueo, por lo que cuando se presenta la oportunidad es importante aprovecharla.

Estos eclipses, además de ser un espectáculo en sí mismos, son una prueba fantástica y directa de la esfericidad de la Tierra. Lo que observaremos el próximo día 16 es un fenómeno que no tiene explicación posible bajo las premisas del terraplanismo. La sombra de la Tierra en su recorrido por la superficie lunar presentará una forma curvada, correspondiente a la sombra de un planeta esférico y no plano. Aún cuando un disco podría generar la misma sombra que una esfera, si la fuente de luz está situada justo de cara al disco, esto no podría ocurrir en la totalidad de eclipses lunares, sino sólo en alguno de ellos (además de que ni siquiera el propio corpus terraplanista intenta utilizar estos argumentos para defender sus hipótesis, sino que recurren a un “objeto sombrío” indetectable para explicarlo).

Además de la forma de la Tierra también podremos observar las consecuencias de que la luz del Sol atraviese nuestra atmósfera en su camino hacia la Luna. Esta luz, al atravesar la atmósfera con muy baja inclinación, será dispersada, conservando tan solo las longitudes de onda más largas, correspondientes a la luz roja, que serán las únicas capaces de sobrevivir el trayecto e incidir sobre la Luna. Esto es por supuesto el mismo motivo por el que los amaneceres y atardeceres presentan ese color que los caracteriza.


Gracias al hecho de que la sombra de la Tierra es unas dos veces más grande que la Luna a la distancia de nuestro satélite, podemos disfrutar de eclipses lunares totales tan extensos (más de hora y media de totalidad) así como de eclipses parciales y de penumbra tan a menudo como lo hacemos. Si la Luna estuviera más lejos, estos eclipses serían mucho menos comunes, además de que no podríamos disfrutar de eclipses solares totales. De hecho, esto ocurrirá en el futuro lejano, dentro de cientos de millones de años, debido al constante alejamiento que sufre la Luna. Nuestro satélite se aleja de la Tierra a un ritmo de unos 4 centímetros por año. Ritmo que puede parecer insignificante, pero que con el paso de tiempos geológicos y astronómicos, llega a acumularse y ser significativo.


Si salís al campo a intentar presenciar este eclipse y tomáis algunas fotografías, no dudéis en etiquetarnos en las redes sociales. Nos encantará ver vuestras instantáneas.

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