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El tigre no es un felino.



Hace más de cinco mil años, los antiguos egipcios empezaron a domesticar a los gatos. Ya solo este dato nos da una idea de hasta qué punto la humanidad se ha sentido fascinada por los felinos. De hecho, están presentes en múltiples mitologías antiguas: la diosa egipcia Bastet se representa por una mujer con cabeza de gata, y Sejmet aparece con aspecto de leona; los héroes griegos Hipómenes y Atlanta fueron convertidos en leones y condenados a tirar del carro de Cibeles; otros dos félidos, en este caso, gatos, Bygul y Trjegul, tiraban del carro de la diosa nórdica Freyja; y en el folklore japonés, un gato doméstico que supera los 100 años de edad adquiere capacidades sobrenaturales, transformándose en un bakeneko.


Mitologías al margen, los grandes félidos han tenido una presencia importante en la cultura. Tigres y leones fueron parte del espectáculo en los circos romanos, y también hoy son atracción en los circos modernos, aunque, afortunadamente, con cada vez menos acogida. En los documentales, las escenas de los grandes felinos se reservan a los momentos de clímax, y en el arte simbolizan el poder y la fuerza. En ficciones modernas encontramos el simbolismo de la pantera negra como protector de Wakanda, en el universo de Marvel, y el león como emblema de la casa de los Lannister en Juego de Tronos. ¡Escucha mi rugido!

Tigres y leones son comúnmente llamados grandes felinos; de hecho, se consideran los integrantes más grandes del grupo. Sin embargo, en realidad el tigre no es un felino y el león, tampoco.


Para desentrañar este asunto, es necesario conocer primero los rudimentos básicos de la taxonomía y la filogenia de los seres vivos.


Los matices de la taxonomía

La taxonomía es la ciencia que se encarga de clasificar a los seres vivos en grupos y darles nombre. Según el sistema clásico de Linneo, las especies se clasifican en géneros, estos en familias, estas en órdenes, y así sucesivamente. Con frecuencia también hay categorías intermedias; una familia puede dividirse en varias subfamilias, que a su vez, se dividen en géneros, etc.


La clasificación más contemporánea, basada en filogenias, incluye categorías intermedias y, en ocasiones, reorganiza estos grupos de un modo que Linneo nunca pudo imaginar. Pero, cuando la clasificación Linneana coincide con la filogenética, se mantienen los grupos y sus nombres.


El nombre científico de las especies siempre se compone de dos palabras. La primera corresponde al nombre genérico —designa al género de seres vivos— y la segunda al epíteto específico —que designa la especie de ese género—. El nombre científico siempre se escribe con una fuente diferente del resto del texto, normalmente en cursiva y la primera palabra siempre con inicial mayúscula. Por ejemplo, el nombre científico del tigre es Panthera tigris, y el del gato, Felis silvestris.


Las familias y subfamilias también tienen su nombre científico. Estos nombres también se escriben en mayúscula, y tienen una terminación concreta: ‘-idae’ para la familia, ‘-inae’ para la subfamilia. Por ejemplo, el gato pertenece a la familia Felidae, que, pasando del latín al castellano, se traduciría como ‘félidos’, y a la subfamilia Felinae, ‘felinos’.


Felinos contra panterinos

La familia Felidae comprende dos subfamilias con diferencias significativas. Una de ellas, ya mencionada, recibe el nombre de Felinae. Evidentemente, el nombre procede del género al que pertenece el gato: Felis. Pero agrupa a otros 12 géneros más: cinco de gatos, a los que se suman los géneros del lince, el puma, el serval, el caracal, el manul y el guepardo. Pero ni tigres, ni leones, ni leopardos, ni jaguares ni panteras se encuentran en esta subfamilia Felinae. No son felinos, sino panterinos.


La subfamilia de los felinos agrupa a animales de tamaño pequeño o mediano. El felino más grande del mundo es el puma (Puma concolor); un macho que puede alcanzar los 75 kg de peso. Todos con un ancestro común, que vivió a principios del mioceno, hace algo más de 20 millones de años, y aunque de aspecto muy distinto entre especies, comparten un rasgo común: son incapaces de rugir —no disponen de las estructuras adecuadas para hacerlo en su aparato fonador—, por el contrario, ronronean.


La subfamilia Pantherinae incluye solo dos géneros y siete especies de animales. El género Neofelis se compone solo de dos especies, la pantera nebulosa (N. nebulosa) y la pantera de borneo (N. diardi). Y el género Panthera al que pertenecen el león (P. leo), el leopardo (P. pardus), el jaguar (P. onca), el leopardo de las nieves (P. uncia) y, por supuesto, el tigre (P. tigris), el más grande de los félidos.


Los panterinos son félidos de tamaño mediano a grande; todos, excepto el leopardo de las nieves, son capaces de rugir, una adaptación evolutiva derivada de su aparato fonador. En el caso excepcional del leopardo de las nieves, su incapacidad no se debe a una ausencia del aparato fonador, sino a una modificación evolutiva secundaria que reduce sus cuerdas vocales. Esta especie, con un peso máximo de unos 60 kg, es el panterino más pequeño.

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