El alcohol daña casi todos los órganos vitales de nuestro cuerpo. Pero solo para dejar de lado esta leyenda urbana, el alcohol no ha matado ni mata neuronas. El alcohol afecta más bien a las conexiones neuronales del cerebelo, zona de la que dependen el aprendizaje y la coordinación motora. Pero, como se puede comprobar en las autopsias, los encéfalos de los abstemios y los adictos a la botella tienen el mismo número de neuronas. Es su calidad, no la cantidad, lo que sufre con las borracheras.
Los estudios han determinado que el alcohol cambia la estructura física de las neuronas espinosas medianas, el tipo principal de célula en el cuerpo estriado. Estas neuronas pueden facilitar o inhibir la realización de comportamientos específicos debido a uno de los dos tipos de receptor de dopamina: D1 o D2. El consumo periódico de grandes cantidades de alcohol actúa sobre las neuronas D1, lo que las hace mucho más excitables y, por lo tanto, se activan con menos estimulación.
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