FUENTE: muyinteresante.es
Hoy es el Día Mundial del Microbioma, donde se pretende informar y poner en valor el papel que tienen las bacterias y toda la microbiota intestinal en el mantenimiento de la salud. La microbiota y su estudio se está haciendo un hueco cada vez más relevante en cómo entendemos las enfermedades, pero también en condiciones fisiológicas normales.
El microbioma: una gran red de microorganismos
Aunque el concepto puede resultar sencillo, el microbioma es uno de los conceptos más complicados de estudia. Está compuesto por cientos de miles de organismos diferentes, que no sólo varían entre humanos, sino que también son distintos según qué tejido escojamos.
Si queremos estudiar la interacción entre una bacteria y una de nuestras células, podemos aislar ambas en un entorno artificial y controlado, y así poder eliminar otros factores que puedan interferir. Sin embargo, la realidad no es tan sencilla.
En nuestro cuerpo, no hay células aisladas, ya que todas reciben estímulos e información de las células y otros microorganismos de alrededor. Por estos motivos, lo aprendido en experimentos artificiales puede estar muy alejado de lo que ocurre en nuestro cuerpo.
Si multiplicamos esta interacción por cien mil, podremos hacernos una ligera idea de cómo se comunica nuestro organismo con todo nuestra microbiota. Aunque no tenemos microbiota en todas las partes de nuestro cuerpo (que nosotros sepamos), el tracto digestivo es uno de los más ricos en estos microscópicos seres vivos.
El estómago y sus mecanismos de protección
Las paredes del estómago tienen una capa protectora que está en contacto con el ambiente ácido, el cual es necesario para procesar y digerir los alimentos. Ya que es un ambiente que destruye moléculas, también puede tener un efecto dañino en nuestras propias células.
Por este motivo, las células de las paredes del estómago están en constante estado de renovación cada pocas semanas. Este proceso debe estar bien regulado para asegurar que se mantiene la estructura y la composición celular.
Este proceso puede verse comprometido si la microbiota del tracto digestivo no es la adecuada. En concreto, una infección causada por la bacteria Helicobacter pylori ha demostrado provocar una inflamación gástrica y aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de estómago.
Una bacteria que desactiva mecanismos de protección
Helicobacter pylori es una de las causas más comunes de infección crónica provocada por bacterias, afectando a la mitad de la población. En la mayoría de las personas se puede eliminar, pero en el 15-20% de los casos puede originar úlceras y cáncer.
Un grupo de investigación del Hospital Charité en Berlín asociado al centro Max Delbrück han publicado en la prestigiosa revista Nature Communications un nuevo estudio donde detallan el mecanismo por el cual esta bacteria modifica las células del estómago.
En el estómago de una persona sana, las células gástricas tienen un mecanismo para prevenir que la constante renovación de células no genere cáncer. Sin embargo, cuando aparece una inflamación causada por la infección de esta bacteria, esta estrategia protectora se desactiva lo que provoca que las células del estómago puedan dividirse de forma descontrolada y dar lugar a errores, lo que provoca un mayor riesgo de desarrollar cáncer.
En este estudio se utilizaron complejos modelos de ratón para estudiar el proceso de gastritis sobre las glándulas gástricas. Los ratones, tras ser infectados con la bacteria, fueron analizados para evaluar el daño de la inflamación crónica en las distintas células del estómago además de realizar un recuento de las bacterias presentes en el órgano.
Aunque los modelos animales siguen siendo un pilar fundamental en la investigación de enfermedades, cada vez se implementan más técnicas alternativas. En este estudio en concreto, utilizaron organoides para reducir el número de animales y complementar los resultados.
Los organoides son representaciones en miniatura de órganos, a veces generados a partir de células humanas de los propios pacientes. Este tipo de experimentos permiten imitar las condiciones de un órgano o tejido de forma artificial, y estudiar el efecto de diversos tratamientos en un entorno controlado.
En este estudio, los modelos de ratón y organoides gástricos llevaron a los investigadores a dilucidar la interacción entre Helicobacter pylori y un tipo de células encargadas del reemplazo de otras células del estómago. Durante una infección, una proliferación descontrolada da lugar a hiperplasia, una lesión pre-cancerosa caracterizada por un crecimiento anormal de un tejido.
Los mecanismos de interacción descubiertos en este estudio entre la bacteria y las células gástricas abren la puerta a nuevas dianas terapéuticas para la prevención de la aparición de cáncer de estómago. Incluso puede dar pistas sobre otros casos en los que una bacteria aumenta el riesgo de desarrollar una lesión pre-cancerosa o un microambiente que facilite riesgos de sufrir otros tipos de cáncer.
Aunque este estudio analiza la interacción de una bacteria dañina con nuestro organismo, hay muchas otras que son indispensables para mantener el equilibrio del tracto digestivo y las funciones vitales. Cada estudio ayuda a colocar una nueva pieza en el complejo puzzle de la microbiota.
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