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Jorge Glas fue recibido en Guayaquil.



El ambiente era de fiesta en el coliseo River Oeste, ubicado en las calles 11 y Huancavilca, suburbio de Guayaquil. Afuera había venta de hot dogs y agua de coco. Y una pantalla gigante mostraba lo que ocurría al interior, donde más de 300 personas aguardaban la llegada del exvicepresidente Jorge Glas.


La convocatoria había sido para las 19:00 del domingo 10 de abril del 2022. Por ello, a esa hora ya la gente estaba en el punto esperando el arribo del exfuncionario. Este había recobrado la libertad en horas de la mañana, gracias a un hábeas corpus concedido por Javier Moscoso, juez de la parroquia de Manglaralto (Santa Elena).


Pasaron dos horas y media y los coidearios de Glas y de la Revolución Ciudadana estaban ansiosos. Por eso, cuando se anunció que el exsegundo mandatario acababa de llegar, todos aplaudieron y prepararon sus celulares para captar al menos una imagen del exfuncionario.


Eran las 21:45 cuando Jorge Glas ingresó al coliseo, acompañado por los líderes provinciales del partido. Tuvo un pesado viaje por tierra desde Latacunga hasta Guayaquil, pasando en caravana por cantones como Santo Domingo de los Tsáchilas, Quevedo y Babahoyo. Y al llegar al Puerto Principal, recibió una efusiva bienvenida por parte de los presentes.


Aquí dio un discurso de 18 minutos, en medio de los vítores, las arengas que gritaban los asistentes y el ruido de los tambores que festejaban su libertad.


“Pasé cuatro años y medio en la cárcel y con toda la potencia de mi espíritu les digo que no tengo un átomo de arrepentimiento por lo que hicimos por nuestra Patria. Soy un soldado de la Revolución Ciudadana. No se puede vencer a alguien que no se rinde nunca”, dijo en su intervención.


‘Hay que erradicar la judicialización de la política’


Glas hizo una propuesta: “a todas las clases políticas, hago un llamado: hay que erradicar la judicialización de la política. Eso no le conviene a nadie, porque esa política canallesca de encarcelar al opositor político solo destruye la democracia. Y muchos olvidan que detrás de nosotros hay vidas: esposas, hijos, madres, seres queridos, que son perseguidos”.


El exfuncionario afirmó que “todo lo que yo denuncié y me costó la cárcel, desgraciadamente en cuatro años y medio se cumplió, destruyó gran parte del Ecuador”.


También expresó su solidaridad a todas las familias que perdieron a seres queridos durante la pandemia. Dijo además que “han quebrado mi salud, han quebrado mi economía, persiguieron a mi familia, pero nunca quebraron mi espíritu… si el precio de haber cambiado la patria durante 10 años es la cárcel, lo acepto y estoy dispuesto”.


“Han sembrado el país de odio… pero yo salgo de la cárcel con el corazón limpio de rencor y de odio. He perdonado a todos los que me hicieron esto”, señaló.

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