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La adquisición de uniformes suma una carga a las familias.



La felicidad de los estudiantes al comprar el uniforme para el inicio del nuevo año lectivo, luego de dos años de pandemia, contrasta con la preocupación de los padres de familia y los costos de la indumentaria.


Los segundos señalan que hay casos que superan los USD 150 por la vestimenta completa que caracteriza a los planteles.


En los dos últimos períodos escolares el uniforme no fue obligatorio, pese al retorno paulatino a las clases presenciales en el país. El Ministerio de Educación (ME) así lo dispuso, con la idea de evitar gastos excesivos en medio de la crisis económica derivada de la pandemia.


Pero una vez que se considera controlado el problema sanitario y se avanza con la nueva normalidad, también se retoma el Acuerdo Ministerial 34-A, que establece el uso del uniforme.


Con esto, los aproximadamente 1,7 millones de alumnos de la Sierra y Amazonía volverán a usar las prendas características de cada institución educativa.


En la práctica, esto significa que los padres debe gastar por dos razones: en un caso está el hecho de que los niños y adolescentes seguramente crecieron y, por tanto, las prendas que usaron hasta 2020 ya no les quedan. Y por otro lado están los estudiantes que, por cualquier motivo, se cambiaron de plantel y tienen, en consecuencia, que usar otro uniforme.


Para los padres, el regreso a las aulas es bueno porque están seguros que sus hijos aprenderán mejor que en los dos años de la pandemia. “Pero nos lleva a un gasto mayor en esta crisis”, se lamentó Olga Paltín, madre de dos menores.

Su hijo Daniel, de 11 años, estudia en la Unidad Educativa Fray Vicente Solano, de Cuenca. El pasado lunes gastó USD 103 en una parada del uniforme formal y otra de cultura física (seis prendas). “Aún me faltan los zapatos”, dijo Paltín, mientras su hijo se veía contento con las prendas.


Gasto sobre gasto


Según el cálculo de los padres, en el sistema educativo fiscal gastan un promedio de USD 300 en uniformes, útiles escolares, zapatos y mochila por hijo. La economía de las familias se complica para quienes tienen más de uno estudiando.


En el caso de los planteles par­ticulares y fiscomisionales, los gastos superan el salario básico (USD 425) y podrían duplicarse por los costos de textos de las editoriales. Eso sin contar con los valores de la matrícula y la pensión.


Hasta el pasado 15 de agosto, 994 de las 1 807 instituciones educativas

particulares de la Sierra y Amazonía tenían la aprobación de las autoridades para incrementar sus costos de matrículas y pensiones. “Aprueban el alza cuando seguimos sin trabajo”, se quejó Marcos Coronel, padre de familia.


La azuaya Rosa Arpi está preocupada por los gastos que se le vienen por el retorno presencial a las aulas. Ella cambió a su hija del Colegio Sinincay al Octavio Cordero. El pasado lunes, en el almacén Megauniformes, pagó USD 48 solo por el calentador y camiseta de cultura física.


“Ahora no tengo más dinero; espero vender mis hortalizas para comprar el resto”, le dijo a la vendedora. Además, tiene pendiente la compra de los uniformes de su otra hija que estudia en la parroquia rural de Sinincay.


Razones del uniforme


Para la coordinadora zonal 6 del Ministerio de Educación, Joana Abad, el uniforme ayuda, por una parte, a la conservación de la ropa particular y, por otra, permite identificar que los estudiantes pertenecen a una institución.


Y esto no solo es un motivo de orgullo, sino también una cuestión de seguridad. “Tuvimos casos específicos de personas ajenas que intentaron infiltrarse en planteles”, aseguró.


Aclaró que está prohibido solicitar piezas adicionales al uniforme normal o hacer cambios. No obstante, los colegios Julio Matovelle, Sagrados Corazones y Asunción de Cuenca cambiaron los logotipos o diseños de las camisetas.


Este tema afecta al bolsillo de los padres y a los dueños de los almacenes, porque se quedan con la mercadería. Solo en Megauniformes, las pérdidas por estos cambios superan los USD 5 000, dijo Norma Urgilés, trabajadora.


Explicó que las prendas no han subido de precio, pero que tienen limitaciones para elaborar los uniformes, porque no hay telas. La razón es que en la pandemia, algunas fábricas de textiles cerraron y otras no tienen suficiente materia prima en la actualidad.


A los estudiantes de varios planteles fiscales de la zona periurbana y rural, el ME les entrega los kits de uniformes gratuitos. Esto genera un alivio a la economía de las familias más pobres del país.


Pero las prendas no estarán listas para el inicio del año académico, por lo que el ME dispuso que no se obligue su uso hasta que ­lleguen los uniformes.


Según Gabriel Casañas, subsecretario de Administración Escolar del Ministerio, para Sierra-Amazonía se asignarán USD 22 millones para más de 750 000 kits de uniformes. Es un monto superior al de Costa-Galápagos, que fue de USD 15,9 millones.

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