FUENTE: elcomercio.com
La constante emisión de ceniza cubrió el glaciar, parecido a una dona, que se había regenerado alrededor del cráter del volcán Cotopaxi en estos últimos siete años, luego de su fuerte erupción del 2015.
Este glaciar, que estaba blanquísimo, aparece ennegrecido en una de las fotografías áreas tomadas por los técnicos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional durante los sobrevuelos hechos con la colaboración del Escuadrón de Transporte Ligero Tucanes de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE).
El Geofísico resalta que la evolución de esta actividad a mediano plazo es incierta, debido a la naturaleza de los fenómenos volcánicos. Sin embargo, a corto plazo (días a semanas) el escenario más probable es que las emisiones de ceniza se repitan y/o se intensifiquen sin mostrar signos precursores; pero sin llegar a los niveles observados en la erupción de 2015. En este sentido es importante mantener activo el sistema de vigilancia y continuar con las tareas de prevención y mitigación relacionados con los escenarios eruptivos del volcán Cotopaxi.
Desde arriba se observa la emisión de gases que sale del conducto del coloso, que se encuentra a una altura de 5 897 metros sobre el nivel del mar y en las inmediaciones del Parque Nacional Cotopaxi, en la provincia del mismo nombre.
En el último sobrevuelo, efectuado este 23 de diciembre, el Geofísico difundió un video sobre la observación realizada por vulcanólogos y técnicos de la entidad. Para ello usaron una cámara de espectro visible.
En este material se informa que se vio una importante emisión de gases magmáticos y vapor de agua con carga baja de ceniza. Se visualizaron, además, varias porciones del glaciar ennegrecidas por las frecuentes caídas de ceniza.
En la explicación videográfica se asegura que la actividad interna y superficial del Cotopaxi se mantienen en un nivel moderado con tendencia ascendente.
En el material audiovisual se ve una densa emisión de gases en la mitad del cráter y su dona grisácea. Hacia abajo aún se puede ver grandes partes blancas del glaciar.
Dos vulcanólogos explican la nueva erupción
Benjamin Bernard y Patricia Mothes, vulcanólogos del Instituto Geofísico, detallan lo que pasa con este volcán, cuya primera reactivación fuerte ocurrió el 14 de agosto del 2015.
Bernard indica que el comportamiento actual del coloso es bajo y no se compara con la que se produjo hace siete años.
Su colega Mothes recuerda que antes de esa erupción (que no presentó la salida de magma hacia la superficie como se vio en el volcán Tungurahua durante 18 años) hubo cuatro meses de señales, olor a azufre, sismos y otros parámetros que indicaban o eran precursores de una posible reactivación, tras 138 años de silencio.
Se cree que en ese año se produjo su última y gran erupción, que estuvo acompañada de grandes lahares por el deshielo del glaciar que destruyeron los sitios cercanos a Latacunga, bajaron por las quebradas y el río Cutuchi, que actualmente atraviesa la capital de Cotopaxi.
Bernard consideraba hasta hace dos semanas que este comportamiento tiene diferentes parámetros a los del 2015.
El inicio de la leve reactivación del Cotopaxi
La nueva reactivación del volcán comenzó el 21 de octubre del 2022 cuando las estaciones sísmicas instaladas en los flancos de la montaña registraron una señal sísmica de tremor de frecuencia (vibraciones parecidas a un sismo).
Desde ese momento se ha observado la salida de emisiones de gases y ceniza. La caída de este material -en ese momento- fue moderada sobre el Refugio José Ribas.
Sin embargo, desde entonces se han generado dos caídas de ceniza con mayor alcance, afectando hasta 60 km de distancia desde el volcán.
“Estos eventos de mayor alcance ocurrieron el 26 de noviembre y 20 de diciembre del año en curso. Las nubes de ceniza alcanzaron hasta 2.2 km sobre el nivel del cráter y se han dirigido principalmente hacia el noroccidente, por lo que se tuvo reportes de caídas de ceniza en los cantones Mejía, Rumiñahui y Quito.
Además, se observa la emisión casi continua de gases desde el cráter del volcán alcanzando una altura variable de entre 200 y 2800 metros” sobre el conducto.
Esta información está contenida en el último informe especial del Instituto Geofísico, divulgado este 23 de diciembre.
Dos escenarios posibles de una erupción
En el último informe se concluye que el volcán Cotopaxi presenta una actividad eruptiva de nivel moderado.
El análisis de los diferentes parámetros de vigilancia muestra que la actividad reciente está provocada por la presencia de magma en el conducto volcánico.
Sin embargo, hasta el momento no hay evidencia de un ingreso de un mayor volumen de magma hacia el sistema; esto podría significar que la emisión podría proceder del magma que se encuentra en el conducto, pero también se señala que en la ceniza analizada se han encontrado material de magma juvenil.
Con estas consideraciones, el Geofísico proyecta dos posibles escenarios de la erupción. Textualmente, se explica de esta manera:
En el primero, “las emisiones de ceniza que se iniciaron el 21 de octubre van aumentando en frecuencia y/o altura, al igual que las emisiones de gases volcánicos. Lo más probable es que este tipo de eventos se repita o intensifique en el corto plazo (días a semanas), sin mostrar signos precursores, pero sin llegar a los niveles observados en la erupción de 2015. Al momento no hay evidencias fehacientes de nuevas inyecciones de magma en zonas profundas que pudieren derivar en una erupción de mayor magnitud. En este escenario es muy posible observar nuevas erupciones pequeñas acompañadas de señales sísmicas de tremor de larga duración (horas) y emisiones de ceniza similares a las ocurridas el 26 de noviembre y el 20 de diciembre. Dependiendo de la dirección y la velocidad de los vientos estas emisiones de ceniza podrían causar afectación leve en áreas relativamente cercanas al volcán”.
En el segundo, “las emisiones de ceniza se intensifican hasta llegar a niveles similares a los observados en el periodo eruptivo del 2015. Este escenario podría darse en el corto/mediano plazo y se esperaría observar una tendencia claramente ascendente en los parámetros de monitoreo (especialmente en la deformación y la actividad sísmica). Dependiendo de las condiciones de velocidad y dirección del viento, estas emisiones de ceniza causarían una mayor afectación en los centros poblados, particularmente en las provincias de Cotopaxi, Pichincha y Napo. Además, debido a las lluvias en el sector, pueden generarse lahares secundarios que afectarían las inmediaciones del Parque Nacional Cotopaxi como lo observado en la erupción de 2015, que afectaría principalmente la vía al refugio en el sector de la quebrada Agualongo”.
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