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La paradoja del agua y nuestra consistencia sólida.


El agua no es simplemente un compuesto, sino una sustancia compleja que influye en gran medida en nuestra constitución. Un dato curioso es que el agua en el cuerpo humano representa el 75% de su masa, pero sorprendentemente constituye el 99% de las moléculas presentes en el organismo. Si el agua es tan predominante en nuestro cuerpo, ¿por qué nos percibimos como sólidos y no como una masa gelatinosa? ¿No deberíamos ser más parecidos a una sustancia acuosa? Esta paradoja radica en nuestros envoltorios biológicos.


La distribución de agua en el cuerpo humano no es homogénea, y esta paradoja no se limita solo a los humanos. En el cuerpo, un 46% del agua se encuentra dentro de nuestras células, mientras que un 23% está en el plasma sanguíneo y otros fluidos. En los huesos, solo un 22% es agua, mientras que en la linfa, un 94% lo es. Esta diversidad se refleja en otros organismos: las medusas tienen un 95% de contenido de agua, mientras que en una semilla de girasol solo un 5% es agua. Nuestra solidez tiene su origen en los envoltorios que encapsulan el agua en nuestro cuerpo.


La consistencia sólida es resultado de la combinación de membranas celulares, paredes celulares y, en el caso de los animales, piel y caparazones. Las membranas separan el interior acuoso del exterior, mientras que las paredes celulares añaden una capa extra. Los animales, además, poseen piel y algunos, como ciertos insectos y crustáceos, tienen un caparazón rígido llamado exoesqueleto.


El carbono juega un papel crucial en la formación de estos envoltorios. Las moléculas biológicas, como las proteínas, lípidos e hidratos de carbono, son ensamblajes complejos en los que el carbono actúa como esqueleto, enlazándose con hidrógeno, oxígeno y nitrógeno para generar estructuras variadas. Las membranas celulares están compuestas en su mayoría por lípidos y proteínas. Las paredes celulares están formadas por hidratos de carbono como la celulosa y la lignina. La piel es una combinación de células especializadas, proteínas y lípidos que proveen dureza y conectividad. Los caparazones, enriquecidos con carbonato de calcio, son mineralizados con la ayuda de proteínas e hidratos de carbono.


En última instancia, es la versatilidad del carbono y su capacidad de enlazarse consigo mismo y con otros elementos lo que ha permitido la diversidad morfológica en los seres vivos. Las uniones entre carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno han dado forma a una amplia gama de estructuras biológicas, desde membranas hasta piel y caparazones. En este contexto, los envoltorios biológicos contribuyen a que, a pesar de ser mayoritariamente agua, nuestra percepción sea la de organismos sólidos y bien definidos.


Así, la paradoja de nuestra consistencia sólida en comparación con nuestro alto contenido de agua se resuelve gracias a la diversidad de envoltorios biológicos que han evolucionado a lo largo de millones de años, gracias al poder del carbono como elemento clave en la formación de moléculas y estructuras biológicas.

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