Las microondas tienen frecuencias que van desde aproximadamente mil millones de ciclos por segundo (1 GHz) hasta 300 veces más y tienen longitudes de onda (la distancia entre picos) de entre 30 cm y 1 mm. Dentro de un horno de microondas, las microondas se generan en una pieza de tecnología llamada magnetrón y se transmiten al interior de metal del horno de microondas. Cualquier cosa que pongamos en el interior del aparato, absorberá estos rayos y la calentará.
Las regulaciones de la FDA permiten una pequeña cantidad de fugas durante la vida útil del microondas, de aproximadamente 5 mW / cm2 a aproximadamente 5 cm de la superficie del horno. La radiación en sí no es ionizante, por lo que no dañará el ADN, ni provocará mutaciones, ni aumentará el riesgo de desarrollar tumores.
¿Deberíamos preocuparnos de si nuestro microondas pierde radiación?
La respuesta sencilla es que no. De ninguna forma. Es más probable que nos quememos la mano con un vaso o taza de agua caliente que con la radiación misma del dispositivo. En ningún momento, la radiación del microondas estará en una dosis lo suficientemente alta como para causarnos ningún daño.
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