Al menos cuatro quebradas son las que históricamente han causado inundaciones y deslaves en distintos sectores de la urbe, a pesar de eso no hay una solución definitiva.
La presencia del invierno y las fuertes lluvias es una preocupación constante para los moradores de al menos 18 sectores de Ibarra, desde la parte sur hasta el centro.
Casas inundadas, corrientes de agua desbordadas, autos atrapados, son parte de un panorama que viven cada año, pero nadie hace nada para encontrar una solución definitiva.
Los vecinos usan escobas, baldes y botas cuando pasa la lluvia para limpiar todo el material que descendió por las montañas y llenó de lodo las calles. Maquinaria pesada pública apoya a esta labor. Este panorama se observa al siguiente día en barrios enteros, no sólo rurales sino también urbanos. Ellos son testigos fehacientes de que Ibarra es una ciudad que no podría estar exenta de situaciones como las que ocurrieron recientemente en el norte de Quito, en el sector de La Gasca.
Desde el Cuerpo de Bomberos de Ibarra se ha mencionado que hay puntos críticos que se tienen identificados, tanto en la parte urbana como rural, donde cada vez que llueve se producen, al menos, inundaciones de casas y calles, explican además que en la mayoría de situaciones se dan en zonas aledañas a quebradas, acequias o pasos de agua.
Dentro de este punto, mencionan que las construcciones de a poco se han ido expandiendo a las orillas de las quebradas, lo que pone en peligro inminente a sus habitantes.
Uno de los casos, por ejemplo, es el barrio Jardines de Odila, que tiene en sus alrededores a dos quebradas pequeñas, las cuales cuando llueve se desbordan y afectan a decenas de familias.
Otro ejemplo es el sector de Unión y Progreso, en donde sus habitantes tienen que atravesar una quebrada, ya que es la única vía para llegar a sus casas. En época invernal se vuelve prácticamente intransitable.
El 6 de febrero de 2022, los bomberos de Ibarra tuvieron una tarde y noche dedicada a solucionar llamadas de auxilio por inundaciones de viviendas, donde incluso fue necesario usar maquinaria pesada para abrir zanjas y desviar el agua, producto del desbordamiento de acequias.
Entre los sectores más afectados están el barrio 10 de Agosto, 19 de Enero, Ejido de Caranqui, Yacucalle, La Florida, Periférico Sur, San Antonio, La Floresta, Romerillo Bajo, Jardines de Odila y Unión y Progreso.
En La Floresta una quebrada destruyó un muro de contención y afectó parte de la infraestructura de una vivienda, por lo que fue necesario evacuar a sus habitantes y modificar el cauce de la acequia, para que no haya afectaciones a otras casas.
A pesar de ser un problema constante en casi una veintena de barrios, la solución definitiva no llega.
Hace casi una década se intentó remediar en algo el tema del desbordamiento de acequias, ríos y quebradas que bajan desde la parte alta del volcán Imbabura, con un proyecto de escorrentías.
Esto consistía en levantar muros de contención en partes estratégicas de las corrientes de agua para detener el paso del material hacia las zonas bajas, pero el proyecto, que bordeaba casi los $5 millones, adjudicado en 2014, quedó inconcluso por parte de la empresa contratista, sin que hasta que la fecha exista una reparación o alternativa para terminar la obra.
Expertos en gestión de riesgos coinciden en que la solución a los problemas de inundaciones en Ibarra no solo va de la mano de pequeñas acciones, como limpiar las alcantarillas o mantener limpios los sumideros, sino que se necesita de una inversión macro en al menos cuatro quebradas, para colocar micro diques que contengan las corrientes de agua, minimizando el impacto en las partes bajas.
Sin embargo, advierten que esta es una labor constante, que requiere mantenimiento a las infraestructuras, limpiando el material que se acumula, algo que precisamente no ha sucedido en las quebradas que históricamente han afectado a la ciudad.
Agregan que el actual sistema está totalmente colapsado, ya no cumple su función y necesita, al menos, mantenimiento con maquinaria, pero principalmente replantear un nuevo proyecto, que sea terminado y no dejado a medias. FUENTE: Redacción Diario La Hora.
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