FUENTE: CNN.com
Brasil vivió este fin de semana escenas de caos por cuenta de cientos de miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro que lograron irrumpir en cuatro edificios del poder público en Brasilia, acciones que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva calificó como un intento de golpe de Estado.
La irrupción, que es considerada el peor ataque contra las instituciones del país desde la restauración de la democracia hace cuatro décadas, inició en horas de la tarde, cuando un grupo de cientos de bolsonaristas vestidos con banderas de Brasil logró romper las barreras de seguridad establecidas por las fuerzas armadas y ganó acceso al edificio del Congreso en Brasilia, la capital de Brasil, hogar de los edificios del Congreso y la Corte Suprema del país, y el palacio presidencial, que fueron asaltados el domingo.
Minutos más tarde, cuando la situación ya era caótica, medios locales informaban que para ese momento también habían ganado acceso no solo al Congreso, sino a la Suprema Corte Federal y al Palacio Presidencial de Planalto, con varios rebeldes caminando por los edificios.
Son "fascistas", dijo el presidente Lula da Silva, quien lleva solo una semana de posesionado en la presidencia tras una pausa de 12 años, al condenar el ataque. "Estas personas son todo lo abominable de la política... invadieron el Congreso como vándalos, destruyendo todo a su paso".
os alborotadores construyeron barricadas con muebles dentro del Palacio Presidencial de Planalto para impedir que la policía entre en el edificio, y en una escena muy parecida a las del Asalto al Capitolio de EE.UU. hace dos años, para ese momento, un manifestante se sentaba en el escritorio del presidente del Congreso de Brasil.
También rompieron ventanas, volcaron muebles, destruyeron obras de arte y robaron la Constitución original del país, de 1988. Además se llevaron armas de una oficina de seguridad presidencial, reportó Reuters. Uno de los manifestantes fue visto en redes sociales con una foto de Bolsonaro diciendo que él era su "verdadero héroe".
El expresidente Bolsonaro, que estaba fuera de Brasil en ese momento, condenó los hechos en un breve mensaje a través de Twitter.
"Las manifestaciones pacíficas, dentro de ley, son parte de la democracia. Sin embargo, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, escapan a la regla”, dijo el exmandatario en Twitter.
Un "crimen anunciado"
La confrontación no dio espera y pronto la policía enfrentó a bolsonaristas no solo en Brasilia, sino en todo el país. Mientras tanto, en Brasilia, las escenas de caos seguían con la Policía antimotines y las fuerzas armadas del país llegando a controlar la situación.
A las afueras del Congreso, policías antidisturbios lanzaban gases lacrimógenos contra los manifestantes que se negaban a dejar las instalaciones del Congreso. Pero las alteraciones al orden público eran solo una parte de la crisis, que aún estaba lejos de acabar.
El asalto suscitó preguntas entre los aliados de Lula sobre cómo las fuerzas de seguridad pública en la capital estaban tan poco preparadas y fueron fácilmente superadas por los alborotadores que habían anunciado sus planes con días de antelación en las redes sociales.
“Este absurdo intento de imponer la voluntad por la fuerza no prevalecerá", dijo el ministro de Justicia de Brasil, Flavio Dino, al visitar la sede de su ministerio.
Gleisi Hoffman, presidenta del Partido de los Trabajadores, dijo que la insurrección bolsonarista "es un crimen anunciado contra la democracia, contra la voluntad de las urnas y por otros intereses". Hoffman dijo que el Distrito Federal fue "irresponsable ante la invasión de Brasilia y el Congreso Nacional".
La Defensoría Pública Federal (AGU) de Brasil le solicitó a la Corte Suprema que emitiera una orden de arresto contra el secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal Anderson Torres y “otros agentes públicos responsables de actos y omisiones” tras el allanamiento de edificios federales brasileños el domingo.
Lula también responsabilizó al gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, un exaliado de Bolsonaro, diciendo que no hizo nada para detener el avance de los manifestantes. Rocha fue destituido de su cargo temporalmente por tres meses por la Corte Suprema Federal.
En la noche del domingo, Rocha publicó un video en YouTube disculpándose por el asalto a los edificios federales por cuenta de bolsonaristas y dijo que lo que ocurrió fue "inaceptable".
"No creíamos en absoluto que las manifestaciones tomarían las proporciones que tomaron. Son verdaderos vándalos, verdaderos terroristas, y tendrán toda la pelea conmigo para castigarlos”, dijo Rocha.
Vuelve el orden a Brasil
Brasil vive a esta hora momentos de tensión, a pesar de que el orden fue establecido.
Más de 400 personas fueron arrestadas tras los disturbios en la noche de este domingo, y el interventor del Distrito Federal, Ricardo Cappelli, dijo que el asalto al Capitolio ya terminó.
"La situación está bajo control", dijo Capelli, quien fue designado por el presidente Lula este domingo, para gestionar la situación de seguridad en el Distrito Federal.
Brasil también ha tenido que lidiar en los últimos meses con violencia de los seguidores de Bolsonaro, quienes desde la derrota electoral en octubre de 2022, se han reunido en los cuarteles militares de todo el país pidiendo al ejército que intervenga, ya que afirman, sin pruebas, que las elecciones fueron robadas.
Así que el gobierno de Lula ha buscado la manera de detenerlos y este domingo, luego de la insurrección, el juez de la Corte Suprema de Brasil, Alexandre de Moraes, ordenó a los militares desmantelar todos los campamentos de partidarios de Bolsonaro en todo el país en 24 horas y le dijo a la policía que arrestara a los manifestantes que aún estaban en las calles, según una orden judicial.
Los comandantes de las fuerzas armadas, la policía y el ministro de defensa serán responsables ante los tribunales si no se desmantelan los campamentos, dijo el juez, y agregó que todas las carreteras del país deben ser despejadas este lunes.
Entre tanto, después de la jornada violenta que sacudió el país, Lula llegó en la noche a hacer presencia en el Palacio Presidencial y en la Corte Suprema, tomando el control de las instituciones del país, y rechazando a los que llamó "golpistas" de quienes dijo serán identificados y sancionados.
"Mañana retomamos labores en el Palacio del Planalto. Siempre Democracia. Buenas noches".
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